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Aspectos psicológicos que se desarrollan con la actividad física en la infancia

Hemos leído muchas veces, los beneficios de hacer ejercicio y mantenerse activos, sabemos que mejora nuestra salud y emociones, pero ¿saben cómo va madurando nuestro cerebro en los primeros años de vida, mientras el cuerpo se mueve?

Desde que nace el bebé, empieza a mostrar reflejos, seguramente escucharon sobre el reflejo de Moro, de Babinski, de succión, ambulatorio, entre otros; luego vamos observando las habilidades motoras gruesas que se dan en determinadas edades: mantener la cabeza erguida, patalear, sentarse, gatear, rodar, caminar, correr, girar, saltar, trepar. Cada uno de estos movimientos involucra funciones psicológicas, desde las más básicas como la atención, percepción, memoria, hasta las más complejas como el razonamiento, planificación y toma de decisiones.



Maduración cerebral

Es usual pensar que el cerebro termina de madurar en el vientre materno, pero no es así, hasta el momento de arrastrarse, el cerebro del infante sigue madurando. Cuando desaparecen o se superan los reflejos primitivos que mencionamos al inicio de este artículo, es una señal de una correcta maduración de la corteza cerebral.

Durante los primeros años de vida, a través de los movimientos y la estimulación del entorno, se forman millones de conexiones cerebrales, por eso es importante conocer los hitos del desarrollo y realizar la estimulación sensorial, cognitiva y física en los primeros dos años.

Es muy importante no saltar etapas, no apurar al bebé para que alcance habilidades de edades superiores y sobre todo conocer las edades aproximadas para desarrollar movimientos corporales, posiciones y superar reflejos. Esto nos permitirá como padres, mantenernos atentos a posibles retrasos en el desarrollo, si sabemos que el bebé debe sentarse aproximadamente a los seis meses, pero no lo hace hasta los nueve meses, es necesario consultar con el pediatra para una evaluación física y acudir a los ejercicios que nos ofrecen los programas de estimulación temprana.

 

Funciones psicológicas y movimiento

Ya les había nombrado algunas funciones psicológicas básicas y superiores, que en la mayoría de las habilidades motrices gruesas se van desarrollando y se van complejizando mientras el niño crece. Algunas de estas son: memoria, percepción, atención, lenguaje, orientación, razonamiento, toma de decisiones. Ahora veremos ejemplos de cómo se van presentando en diferentes etapas del desarrollo:

  • Desde el nacimiento los sentidos van trabajando, la audición es el más desarrollado, va percibiendo sonidos y discrimina los ruidos y las voces; a los seis días de vida puede percibir el olor de la mamá, con el tacto van percibiendo y reconociendo texturas hasta el sexto mes. La percepción tiene un papel muy importante, recibe estímulos de distintos canales sensoriales y empieza a asociar la información del entorno, a los seis meses ya puede reconocer, diferenciar y asociar lo que toca, mira, escucha y huele.
  • De los cuatro a ocho meses, vemos que la atención se dirige a los objetos de su entorno, manipula, explora con sus sentidos, busca lo escondido.
  • De los ocho a doce meses combina acciones para empezar a resolver problemas a los que se encuentra, mueve objetos para obtener algo, comprende las rutinas, y empieza a orientarse espacialmente.
  • Durante la etapa del gateo sucede algo imperceptible pero muy importante en el cerebro, se activa el cuerpo calloso que a la vez activa los hemisferios cerebrales. El cuerpo calloso tiene relación con el control de impulsos, emociones, además de ser un canal de transferencia de información entre ambos hemisferios. En esta etapa el niño empieza a reconocer y estructurar el espacio, medir más o menos las distancias de los objetos con su cuerpo, beneficia al equilibrio y al sistema propio-perceptivo (reconocer sus partes del cuerpo y situarlas), se va desarrollando la coordinación ojo-mano que después es muy útil para poder escribir. Cuando saltamos esta etapa puede haber dificultades en la estructuración espacial y visual a largo plazo, que suelen evidenciarse al inicio de la etapa escolar.
  • Al momento de caminar, el niño aplica y utiliza varias funciones psicológicas, se desarrollan ambos hemisferios cerebrales, desarrolla y optimiza la estructuración espacial, esta es la estructuración del mundo externo tomando como referencia el “yo”. Cada vez que crece hay relaciones más complejas con el entorno. Comienza a organizar y disponer los elementos en el espacio, planos espaciales: arriba-abajo, adelante-atrás, izquierda-derecha, luego con parámetros: cerca-lejos, dentro-fuera, grande-pequeño. Todo esto se desarrolla mediante la acción y la experiencia con los sentidos, mientras más explore su entorno, habrá más beneficios. Cuando no se desarrolla la estructuración espacial adecuadamente, pueden existir dificultades en la lectura y escritura, rotaciones de letras, direccionalidad y en el cálculo por confundir números.
  • Cuando cambiamos de ambiente y permitimos que el niño explore, se mueva y conozca el lugar, se desarrolla la memoria, el razonamiento, la toma de decisiones y la planificación a corto plazo. Imaginemos un niño que va a un parque nuevo, observa los juegos, analiza cuales conoce y los que no, elige una actividad, piensa en sus siguientes pasos, percibe los riesgos, decide… suceden tantas conexiones neuronales que ni las pensamos.

 

Actividad física y descanso

La actividad física favorece a que los músculos segreguen una proteína que al llegar al cerebro beneficia la plasticidad neuronal (aumento de número de conexiones neuronales y sinapsis.) Por eso es importante que al momento de aprender exista un periodo de tiempo de recreación y esparcimiento.

Así como necesitamos movimiento, también necesitamos una buena alimentación y un buen descanso. El descanso está relacionado con procesos implicados en el aprendizaje tan importantes como la memoria, la atención y la motivación, después de descansar nos sentimos motivados para un nuevo aprendizaje, podemos atender a todos los estímulos que recibimos porque nuestro cerebro está listo para recibir más información que el día nos ofrece.

 

 

Lic. Mayra A. Angulo A.

Psicóloga Educativa

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